martes, 23 de abril de 2013

Metrópolis de George Grosz.

El profesor nos colgó en el moddle de studium esta imagen:
Lo que voy a hacer en esta entrada va a ser primero, un poco de biografía del autor para conocerle y después, un pequeño análisis del cuadro.

Georg Ehrenfried: artista alemán. De origen pequeño burgués, llevó a cabo su formación artística en la Königliche Akademie de Dresden (1909-1911) y, a partir de 1912, en la escuela dependiente del Museo de Artes y Oficios de Berlín; la obra de esta época es naturalista, y trata temas urbanos y sociales. Ese año de 1912 apareció su primer dibujo publicado en Ulk, que supuso el inicio de una serie de colaboraciones con distintas revistas como Neue Jugend, Der Knüppel o Der blutige Ernst (La seriedad sangrienta), publicación satírica de corte político radical, en cuya creación colaboró el propio Grosz.
Continuó sus estudios en París donde, en 1913, asistió al Atélier de Colarossi; los temas de este año y el siguiente son obscenos, y se observa una gran predilección por lo anormal, lo extraordinario y lo monstruoso. En esta etapa inicial de su obra ya están presentes las influencias de Toulouse-Lautrec, Daumier y Kubin.
El estallido de la Primera Guerra Mundial marcó un hito en su producción: sus dibujos se vuelven más concisos y seguros; su expresión, violenta y decidida; los temas son sociales y políticos, aunque su arte no lo sea. La experiencia de la guerra, en la que participó en calidad de voluntario, se tradujo en una serie de dibujos y litografías con escenas repulsivas sobre la destrucción y la muerte.
Al ser licenciado por inútil total después de una estancia en un hospital psiquiátrico, regresó a Berlín, donde encontró inspiración para su obra El desmoronamiento del mundo burgués (1917), repleta de los habitantes de un Berlín caótico y corrompido, de escenas callejeras, del sanatorio y eróticas, expresadas drástica y crudamente con los medios más simples y primitivos. La representación de la ciudad como un caos le une a la estética del movimiento expresionista, con el que había entrado en contacto el año anterior.
Ese mismo año de 1917, la editorial Malik, para la que continuaría trabajando, publicó su primera carpeta de dibujos. Al año siguiente se convirtió, junto a Richard Huelsenbeck y Raoul Hausmann, en uno de los promotores del movimiento Dada en Berlín; dentro de esta órbita, colaboró con John Heartfield en numerosos collages. Las actividades de los dadaístas se fueron multiplicando y radicalizándose políticamente hasta el punto de que, en 1924, Georg Grosz fue nombrado presidente del Rotter Gruppe (Asociación de artistas comunistas) y desde 1918 hasta 1924 perteneció al KPD (Partido Comunista alemán).
1920 fue un año importante en la vida del autor, pues contrajo matrimonio con Eva Louise Peter, con la que tendría dos hijos; sufrió el primero de una serie de procesos por blasfemia e inmoralidad, al haberse erigido con su obra en implacable juez de la Alemania prenazi; realizó en Berlín su primera exposición individual; colaboró en el montaje de la primera exposición internacional-Dada, celebrada en esa misma ciudad, con la participación, entre otros, de Max Ernst, Otto Dix, Raoul Hausmann, John Heartfield y la suya propia, y pintó una serie de cuadros bajo la influencia de la pintura metafísica italiana y del grupo Progressiven de constructivistas alemanes, lo cual supone un excurso en su evolución estilística. Entre 1921 y 1922 adquirió, por medio de sus caricaturas políticas, una celebridad que no impidió que fuera procesado por su libro de dibujos Ecce homo (1923). En esta época fustiga, con su estilo característico, tanto el absurdo mito militarista que culminará con el nazismo como los componentes de la sociedad urbana, incluido el proletariado, en obras como El rostro de la clase dominante (Das Gesicht der herrschenden Klasse, 1921) y ¡Ajustaremos cuentas! (Abrechnung folgt!, 1923). De 1925 es su manifiesto, redactado conjuntamente con W. Herzfelde, Die Kunst ist in Gefahr (El arte está en peligro).
Al año siguiente, fruto de una actitud resignada y moralizante que ha dejado la protesta a sus espaldas, empezó a dedicarse de manera creciente a la pintura, y a abandonar la caricatura y el dibujo. Ya en 1933, impelido por el asfixiante clima político alemán, se trasladó a Nueva York; no regresaría definitivamente a Europa hasta el año de su muerte. En Estados Unidos, además de ejercer el magisterio en diversas escuelas de arte, abrió la suya propia.
Durante este período escribió Un sí pequeño y un gran no: la autobiografía de George Grosz (A little Yes and a Big No: The Autobiography of George Grosz), publicada en inglés en 1946 y en versión alemana en 1955, y siguió realizando retratos a la vez que dibujos y caricaturas políticos que tratan, entre otros temas, la Alemania nazi y la guerra civil española; sin embargo, su estilo es menos espontáneo, directo y conciso, y los dibujos, cuando son políticos, tienen un carácter didáctico y esquemático.
En su extensa producción, objeto de numerosos estudios, destacan los libros Dibujos de George Grosz (George Grosz Drawings, 1944) y George Grosz (1960), con sus respectivas introducciones Acerca de mis dibujos (On my drawings) y Acerca de mis cuadros (On my pictures), el manifiesto Un pedazo de mi mundo en un mundo sin paz (A piece of my world in a world without piece, 1946) en el catálogo de la exposición del mismo nombre y las ilustraciones para libros de Brecht, Upton Sinclair, Heinrich Mann y Dante, entre otros, así como los diseños teatrales para Reinhardt y Piscator.

Metrópolis: la transformación de las ciudades en grandes metrópolis fue uno de los temas que más apasionaron a los artistas de comienzos del siglo XX y muchos, como George Grosz, no pudieron resistirse a plasmar sus rápidos y constantes cambios. Berlín es retratada por Grosz en pleno transcurso de la Primera Guerra Mundial. La escena está construida haciendo uso de los recursos del cubismo y futurismo para representar, por medio de una perspectiva muy forzada y la superposición de las figuras, la aceleración de la vida urbana. Sin embargo, frente a la visión triunfalista de otros artistas, Grosz, marcado por sus propias experiencias en el frente, da a su obra un aire apocalíptico que pone en evidencia la alienación del hombre y su camino de autodestrucción.
Este cuadro es un grito rojo, mejor dicho, es un clamor rojo de gritos sofocados. En un paisaje urbano que hace honor al título, vemos dos ríos de gente que van en sendas direcciones, marcadas por las calles, como si los individuos de uno no tuvieran nada que ver con los del otro y los de cada río sólo tuvieran en común que van en la misma dirección. Al llegar a la esquina, que está casi en el eje vertical del cuadro, ambos grupos se entrecruzan, sin llegar a mezclarse, y siguen su camino, desconocido para nosotros y quizá también para ellos. Todos los individuos avanzan a paso rápido e inclinados hacia delante, como abatidos por el peso de alguna culpa, quizá hipnotizados por una creencia común.
En primer término se repite la situación, sólo que de una manera más confusa: la multitud ya no se encauza en las calles y su entrecruzamiento parece tener algo de sobrenatural, da la impresión de que los cuerpos se ínter-penetran. Esto sucede ya con algunas de las figuras del segundo término: una de estas figuras de negro parece surgir de la cabeza de la figura más grande del primer término, y otra, en color verdoso claro, se diría que emerge del capó de la furgoneta, dejando ver a través suyo el bordillo de la acera. En cualquier caso, todas las figuras, así como sus actitudes y sus expresiones, tienen algo de fantasmal, son como almas en pena.
Los personajes de segundo término, los que circulan encauzados por las calles, son seres anónimos aunque uniformados, señores de traje y sombrero, la mayoría de negro, algunos de verde, pocos de marrón. Los del primer término, la proximidad lo permite, están más caracterizados y son como caricaturas crueles.


Podremos encontrar más información del análisis de esta obra en esta página que he encontrado muy buena: Metrópolis de George Grosz.

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