martes, 30 de abril de 2013

Dos caras de la misma moneda.

Las últimas clases de música están siendo muy interesantes ya que el profesor nos ha puesto dos documentales totalmente opuestos: "Salvados por la música" (del cual no he podido encontrar el documental en internet) y Songs of war (del cual os he puesto el link, por si lo queréis ver). Dos documentales totalmente opuestos como ya os decía antes ya que el primero, es un documental donde se puede ver la vida de unos chicos que son salvados por la música y el segundo, música como arma de guerra.
Os dejo un resumen que he hecho de los dos documentales para que podáis saber más de ellos.
  • "Salvados por la música":
El Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela es un importante proyecto social patrocinado por la ONU. Formado por un conjunto de 157 orquestas, ofrece formación musical gratuita a 300.000 niños y jóvenes de las zonas más deprimidas del país. José Antonio Ambreu es la persona que quiso crear estas escuelas en barrios marginales para que así pudieran tener una vida diferente con la música. De esta vicisitud artística, pero antes que nada humana, nace la idea de este documental que sigue periódicamente, durante cinco años, a algunos de estos niños. Desde los barrios de Caracas hasta los minúsculos pueblos andinos y desde la costa del Caribe hasta las tórridas ciudades del interior, seguiremos durante cinco años las expectativas y las emociones de algunos de los protagonistas, desde los inicios en los teatros de la capital venezolana para las pruebas y los conciertos con el maestro Claudio Abbado, hasta el increíble éxito de público y crítica de las giras por Estados Unidos, Italia y España. A través de sus historias, contaremos los estados de ánimo de estos niños y jóvenes, sus sueños, pero también sus miedos y dificultades y las tantas caras de este increíble proyecto social.
Uno de los chicos se llama Fabio, el cual posee una enfermedad importante llamada hemofilia ya que cada vez que se corte se puede morir. Él no tiene familia, está en una casa de acogida en la cual va aprendiendo música. Pero, de un momento a otro, deciden cambiarle por lo que tiene que abandonar lo que más le gustaba. Dice que cuando está triste piensa en lo feliz que fue cuando tocaba.
Angélica pertenece a una familia muy pobre pero que da todo lo que tiene para que su hija llegue a lo más alto. Se puede ver cómo viven en una casa en malas condiciones, incluso se ve cómo el coche está muy estropeado y se quema. El padre dice que sin las ayudas de estas personas su hija no había podido tener ni su primer instrumento. Es una niña muy aplicada que llega a ser alumna de Claudio Abbado que la invita a conciertos por varios países incluso España.
Jonathan viene de una familia muy machacada. Tiene un hermano enganchado a la droga y otro que es tiroteado una noche. Viven en una casa muy vieja en la que se puede ver cómo tienen que mover sus muebles para que no se mojen a causa de las goteras.  Él encontró en la música la salida a la buena vida. Se alistó en el ejército pero siempre tenía un hueco para la música. Acabó siendo profesor en la pequeña orquesta de su pueblo. Él mismo dice que si no hubiera sido por la música hubiera acabado muerto o en la misma cárcel.
El último es Gustavo que aunque ya nos aparece como un director de la orquesta, también tuvo un pasado muy difícil del que fue salvado por la música. Ahora, es director de la orquesta filarmónica de Viena y de algún país más. 
  • "Songs of war":
El documental verdaderamente logra llevarte a esos planos, en los que piensas que la música exalta el alma como una especie de lenguaje universal, pero el filme más que nada intenta mostrar como las mismas notas pueden utilizarse como una insidiosa arma para torturar y quebrar mentes.
El principal protagonista de Songs Of War es Christopher Cerf, que durante 40 años ha sido el principal compositor de las canciones de Plaza Sésamo con las que los niños aprendían a leer y a escribir, como músico y creador de canciones divertidas y entretenidas que buscan educar, se muestra indignado y conmocionado al descubrir que su cortes han sido utilizados para torturar prisioneros en las bases de Guantánamo y Abu Ghraib.
Sorprendido por el abuso de su trabajo, Cerf inicia una búsqueda para descubrir cómo puede utilizarse la música como arma. En el trayecto, Cerf habla con soldados, psicoanalistas, prisioneros de Guantánamo y expertos en tortura para descubrir de que forma la milicia ha utilizado la música como una potente arma desde hace cientos de años. La gente con la que habla le dicen que a los prisioneros los llevaban a una celda donde los ponían guantes y antifaces para no poder ver ni tocar nada, con unos auriculares donde les ponían música verdaderamente alta con la que pretendían que contestaran a sus interrogatorios. Incluso llegaban a ponerles música de dos estilos diferentes para que ese ruido llegara a ser más ensordecedor aun.  Muchos de los prisioneros contestaban para que les quitaran esa música ensordecedora de los oídos. Estos interrogatorios podían durar días.
Esta manera de tortura existe desde los años 50 en Corea y China. Lo usaron en la Guerra de Corea y lo llamaban “Lavado de cerebro”. Llegaban a inyectar droga a los presos para que se quedaran despiertos durante días y así que pudieran escuchar durante muchas horas música a todo volumen. Esto fue respaldado por la CIA que creía que el ruido les debilitaría y no tendrían la fuerza de voluntad de no contar nada en los interrogatorios. La música no tiene un lado oscuro, es el uso de ésta lo que puede ser oscuro.
Cuando Cerf habla con un interrogador le dice que el sonido sirve para aislarles la mente, hasta les puede quitar el sueño. Su función es no poder oir otro ruido y así poder acabar loco. El interrogador le lleva a hacer a Cerf una recreación de esta tortura, quien dice al acabar que incluso llegas a pensar como un preso, se pierde totalmente el sentido de la realidad.
En otro momento nos lleva al punto ambivalente del grupo Drowning Pool, que ha sido utilizado para torturar, pero su metal de intensidad se ha convertido también en el soundtrack no oficial de múltiples soldados en zonas de combate. Euforia y tortura en un mismo punto.
Las charlas de Cerf nos permiten entender las modificaciones que se le han hecho al arma para hacerla más eficaz tanto como un poderos estimulante como una aturdidora explosión que no deja evidencias físicas de tortura, pero que tiene desastrosas consecuencias mentales.
La música y la violencia auditiva se mezclan en Songs Of War, Metallica, Johnny Cash y las canciones de Plaza Sésamo se convierten en los sonidos que llevan al aliado al frenesí o desmoralizan al enemigo bajo intensos tratamientos de más de 12 horas, pero la idea de tortura no es lo único que empieza a incomodarte, la película astutamente se convierte en una serie de disonancias, constantes gruñidos y una fuerza de ruido blanco que ejemplifican en dosis sumamente breves de que se está hablando.

En denfinitiva, dos caras de una misma moneda, como he puesto en el título de esta entrada. Yo soy partidaria de que la música nos puede aportar todo, nos hace disfrutar más de lo que estamos haciendo, nos hace sonreir, también llorar. Nos podemos sentir identificados con muchas canciones. Podemos aprender usándola. Para muchos, es su vida. Pero, ¿la muerte?.

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