lunes, 15 de abril de 2013

Disfrutar con el arte.



Aprovecho que es el Día Mundial del Arte para contar que yo en segundo de bachillerato cursé la asignatura de historia del arte al igual que griego y éstas para mi iban muy relacionadas ya que los cuadros que más me gustaban eran los que trataban sobre mitología. Hoy en esta entrada solo voy a hacer referencia a cuadros sobre ese tema pero en mis siguientes entradas expondré otros cuadros muy diferentes sobre otros autores que los tengo en mi lista de preferidos. 


Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli (1445-1510): 

Según cuenta la leyenda Venus, diosa del amor, nació de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Saturno y luego arrojados al mar. El título de la obra no es, por lo tanto, exacto, ya que el cuadro no representa el momento del nacimiento de la diosa, sino que muestra la llegada de Venus, sobre una concha, a la playa de una de las islas que tradicionalmente se le dedican. La diosa es empujada por el soplo de los dioses alados, entre una lluvia de flores.
Una Ninfa espera a la diosa en la playa para cubrirla con un manto rojo con motivos florales. Se trata, específicamente, de Primavera ya que lleva un traje floreado. Un cinturón de rosas rodea su cintura y en el cuello luce una elegante guirnalda de mirto, planta sagrada de Venus y símbolo del amor eterno.
La fábula de Aracne o las Hilanderas de Vélazquez: 

Es una escena del mito de Aracne que se describe en el libro sexto de Las metamorfosis de Ovidio. Una joven, Aracne, tejía tan bien que la gente de su ciudad comenzaron a comentar que tejía mejor que la diosa Atenea, inventora de la rueca. La escena del primer término retrataría a la joven a la derecha, vuelta de espaldas, trabajando afanosamente en su tapiz. A la izquierda, la diosa Atenea finge ser una anciana, con falsas canas en la cabeza. Sabemos que se trata de la diosa porque, a pesar de su aspecto envejecido, Velázquez muestra su pierna, de tersura adolescente.
En el fondo, se representa el desenlace de la fábula. El tapiz confeccionado por Aracne está colgado de la pared; su tema constituye una evidente ofensa contra Palas Atenea, ya que Aracne ha representado varios de los engaños que utilizaba su padre, Zeus, para conseguir favores sexuales de mujeres y diosas. Frente al tapiz, se aprecian dos figuras. Son la diosa, ataviada con sus atributos (como el casco), y ante ella la humana rebelde, que viste un atuendo de plegados clásicos. Están colocadas de tal manera que parecen formar parte del tapiz. Otras tres damas contemplan cómo la ofendida diosa, en señal de castigo, va a transformar a la joven Aracne en araña, condenada a tejer eternamente.

La fragua de Vulcano de Velázquez:   

El dios Apolo, coronado de laurel y vestido con túnica anaranjada, entra en la fragua de Vulcano para avisarle del adulterio de su esposa Venus, diosa de la belleza, con Marte, dios de la guerra.

Apolo, dios de la poesía y de la música, conocedor de la verdad representa la superioridad de las Artes frente a la Artesanía, representada en Vulcano, dios romano del fuego y protector de los herreros.



 
Venus, Adonis y Cupido de Carracci:
 
Venus, diosa romana del Amor y la Belleza, es accidentalmente herida por su hijo Cupido con una flecha, desencadenando así su pasión por Adonis, una historia de amor que acabara con la trágica muerte del héroe. La escena está basada en las Metamorfosis de Ovidio (libro X), una de las fuentes mitológicas más importantes para los artistas de la época.






Hipómenes y Atalanta de Reni:
Narra el mito de Atalanta, hija de Esqueneo, rey de Arcadia, quien se ofreció en matrimonio a quien pudiera vencerla en una carrera. El castigo para los perdedores, era la muerte. Hipomenes, enamorado de la joven, aceptó el desafío ayudado por Venus, quien le proporcionó tres manzanas de oro que el joven debería ir arrojando a su paso para distraer así a Atalanta y poder ganarla en la competición. 



Las tres gracias de Rubens:

Este es uno de los cuadros que mejor transmite el grado de felicidad y sensualidad que manifiestan muchas de las últimas pinturas de Rubens, habiéndose interpretado como un canto del artista al amor, la felicidad y el placer derivados de su matrimonio con la joven Helena Fourment, que tuvo lugar en diciembre de 1630. Según diversas fuentes clásicas, las tres Gracias eran diosas nacidas de los amores de Zeus que pertenecían al séquito de Afrodita, y se asociaban con el amor, la belleza, la sexualidad y la fertilidad, entendidos como fuerzas generadoras de vida.
  




 

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